Resumen EL HOMBRE MEDIOCRE de José Ingenieros

CAPITULO I

I. ¿AUREA MEDIOCRITAS?

Su admiración primitiva es simple estupor. La poesía natural que le rodea al reflejarse en su imaginación, no se convierte en poema.
Para concebir una perfección se requiere cierto nivel ético y es indispensable alguna educación intelectual. Sin ellos puede tenerse fanatismos y supersticiones; ideales, jamás!
El estrecho horizonte de su experiencia constituye el límite forzoso de su mente, no puede formarse un ideal.
Hay hombres mentalmente inferiores al término medio de su raza, de su tiempo y de su clase social; también los hay superiores.Entre unos y otros fluctúan una gran masa imposible que se caracterizan por sus inferioridades o excelencias.
Su existencia es, sin embargo, natural y necesaria. En todo lo que ofrece grados hay mediocridad, en la escala de la inteligencia humana ella representa el claroscuro entre el talento y la estulticia.
Otro fue el placer del poeta: poniendo en la tranquilidad y en la independencia el mayor bienestar del hombre, enalteció los goces de un vivir sencillo que dista por igual de la opulencia y la miseria, llamando Áurea a esa mediocridad material. En cierto sentido epicúreo, su sentencia es verdadera y confirma el remoto proverbio árabe:”Un mediano bienestar tranquilo es preferible a la opulencia llena de preocupaciones”.
No concebimos el perfeccionismo social como un producto de la uniformidad de todos los individuos, sino como la combinación armónica de originalidades incesantemente multiplicadas. El sentido común es colectivo, eminentemente retrogrado y dogmatista; el buen sentido es individual, siempre innovador y libertario .Las costumbres y las leyes pueden establecer derechos y deberes comunes a todos los hombres; pero estos serán siempre tan desiguales como las olas que erizan la superficie de un océano.

II. LOS HOMBRES SIN PERSONALIDAD:

La personalidad individual comienza en el punto preciso donde cada uno se diferencia de los demás; en muchos hombres ese punto es imaginario. Por ese motivo, al clasificar los caracteres humanos se ha comprendido la necesidad de separar a los que carecen de rasgos característicos: productos adventicios del medio, de las circunstancias, de la educación que se les suministra, de las personas que los tutelan, de las cosas que los rodean.”Indiferentes”, los que viven sin que se advierta su existencia.
Aunque los hombres carecemos de misión trascendental sobre la tierra, en cuya superficie vivimos tan naturalmente como la rosa y el gusano, nuestra vida no es digna de ser vivida sino cuando la ennoblece algún ideal: los más altos placeres son inherentes a proponerse una perfección y perseguirla. El poder que se maneja, los favores que se mendigan, el dinero que se amasa, las dignidades que se consiguen, tienen cierto valor efímero que puede satisfacer los apetitos del que no lleva en si mismo, en sus virtudes intrínsecas, las fuerzas morales que embellecen y califican la vida; la afirmación de la propia personalidad y la cantidad de hombría puesta en la significación de nuestro yo.
Muchos nacen; pocos viven. Los hombres sin personalidad son innumerables y vegetan moldeados por el medio, la falta de personalidad hace a estos, incapaces de iniciativa y de resistencia.

III. ENTORNO DEL HOMBRE MEDIOCRE:

Si pudiéramos medir los valores individuales, graduaríanse ellos en escala continua, de lo bajo a lo alto. Entre los tipos extremos y escasos, observaríamos una masa abundante de sujetos, más o menos equivalentes, acumulados en los grados centrales de la serie. El hombre decimos ahora es un animal que evoluciona en las mas recientes edades geológicas del planeta; no fue perfecto en su origen, ni consiste su perfección en volver a las formas ancestrales, surgidas de la animalidad simiesca.
El concepto de la normalidad humana solo podría ser relativo a determinado ambiente social ¿serian normales los que mejor “marcan el paso”, los que alinean con mas exactitud en las filas de un convencionalismo social? En este sentido el hombre normal no seria sinónimo de hombre equilibrado, ¿será entonces lo que en la filosofía, en literatura o en la política, se llama un ecléctico, un justo-medio? de ninguna manera, contesta. El que es justo medio lo sabe tiene la intención de serlo; el hombre mediocre es justo medio sin sospecharlo lo es por naturaleza, no por opinión; por carácter, no por accidente. Pero fuerza es reconocerlo, tales definiciones son inseguras desde el punto de vista de la psicología social; conviene buscar una mas exacta e inequívoca, abordando el problema por otros caminos.

IV. CONCEPTO SOCIAL DE LA MEDIOCRIDAD:

No obstante las infinitas diferencias individuales, existen grupos de hombres que pueden englobarse dentro de tipos comunes; tales clasificaciones, simplemente aproximativas, constituyen la ciencia de los caracteres humanos, la teología, que reconoce en Teofrasto su legítimo progenitor. Esas clasificaciones, admisibles desde algún punto de vista especial, son insuficientes para el nuestro.
Cada individuo es el producto de dos factores: la herencia y la educación. La primera tiende a proveerle de los órganos y las funciones mentalmente que le trasmiten las generaciones precedentes; la segunda es el resultado de las múltiples influencias del medio social en el que el individuo esta obligado a vivir. Esta acción educativa es, por consiguiente, una adaptación de las tendencias hereditarias a la mentalidad colectiva: una continúa aclimatación del individuo en la sociedad, el niño desarrollándose como un animal de la especie humana, hasta que empieza a distinguir las cosas inertes de los seres vivos y a reconocer entre estos a sus semejantes.
El hombre mediocre es una sombra proyectada por la sociedad; es por esencia imitativo y esta perfectamente adaptado para vivir en rebaño, reflejando las rutinas, prejuicios y dogmatismos reconocidamente útiles para la domesticidad. Así como el inferior hereda “el alma de la especie”, el mediocre adquiere “el alma de la sociedad”. Es original e imaginativo, desadaptándose del medio social en la medida de propia variación.

V. EL ESPIRITU CONSERVADOR:

Todos los hombres de personalidad firme y de mente creadora, sea cual fuere su escuela filosófica o su credo literario, son hostiles a la mediocridad. Toda creación es un esfuerzo original; la historia conserva el nombre de pocos iniciadores y olvida a innúmeros secuaces que los limitan.
Los mediocres encuentran una justificación, como todo lo que existe por necesidad. El eterno contraste de las fuerzas que pujan en las sociedades humanas, se traduce por la lucha entre dos grandes actitudes, que agitan la mentalidad colectiva: el espíritu conservador o rutinario y el espíritu original y de rebeldía. La originalidad necesita un contrapeso robusto que prevenga sus excesos; habría ligereza en fustigar a los hombres metódicos y de paso tardío, si ellos constituyeran los tejidos sociales mas resistentes, soporte de los otros. Los mismo que en los organismos, los distintos elementos sociales que surgen mutuamente de sostén; en vez de mirarse como enemigos debieran considerarse cooperadores de una obra única, pero complicada, si tuvieran igual razón de ser los imitadores y los originales, como arguye el pensador español su justificación estaría hecha. Ser mediocre no es una culpa ;siéndolo, su conducta es legitima. Su acción seria nula sin el esfuerzo fecundo de los originales, que inventan lo ilimitado después por ellos. Sin los mediocres no habría estabilidad en las sociedades; pero sin las superiores no puede concebirse el progreso, pues la civilización seria inexplicable en una raza constituida por hombres sin iniciativa. Evolucionar es variar; solamente se varía mediante la invención, la evolución de una sociedad, espoleada por el afán de perfección y contenida por tradiciones difícilmente removibles.

VI. PELIGROS SOCIALES DE LA MEDIOCRIDAD:

El error de lo desconocido los ata a mil prejuicios, tornándolos timoratos e indecisos: nada aguijonea su curiosidad; carece de iniciativa y miran siempre al pasado, como si tuviera los ojos en la nuca, troncan su honor por una prebenda y echan llave a su dignidad por evitarse un peligro; renunciarían a vivir antes que gritar la verdad frente al error de muchos. Su cerebro y su corazón están entorpecidos por igual como los polos de un imán gastado. El ambiente tornase refractario a todo afán de perfección; los ideales se agotan y la dignidad se ausenta: los hombres acomodaticios tienen su primavera florida. Los estados se convierten en mediocracias; la falta de aspiraciones que mantengan el alto nivel de moral y de cultura, ahonda la Ciénaga constantemente.
La dignidad es irreverencia, es lirismo la justicia, la sinceridad es tontera, la admiración es imprudencia, la pasión ingenuidad, la virtud es una estupidez. En la lucha de las conveniencias presentes contra los ideales futuros. Ningún idealismo es respetado, si un filosofo estudia la verdad, tiene que luchar contra los dogmatistas momificados; si un santo persigue la virtud se astilla contra los perjuicios morales del hombre acomodaticio; si el artista sueña nuevas formas, ritmos o armonía, cierranle el paso las reglamentaciones oficiales de la belleza; si el enamorado quiere amar escuchando su corazón, se estrella contra las hipocresías del convencionalismo.

VII. LA VULGARIDAD:*

Los hombres se vulgarizan cuando reaparece en su carácter lo que fue la mediocridad en las generaciones ancestrales: los vulgares son mediocres de razas primitivas: habrían sido perfectamente adaptados en sociedades salvajes, pero carecen de la domesticación que los confundiría con sus contemporáneos.
La vulgaridad es el blasón nobiliario de los hombres ensordecidos de su mediocridad; la custodian como al tesoro el avaro. Pone su mayor jactancia en exhibirla, sin sospechar que es su afrenta.Estalla inoportuna en la palabra o en el gesto, rompe en un solo segundo el encanto preparado en muchas horas, aplasta bajo su zarpa toda eclosión luminosa del espíritu.Incolora, sorda, ciega, insensible, nos rodea y nos acecha; deleitase en lo grotesco, vive en lo turbio, se agita en las tinieblas.
La conducta, en si misma, no es distinguida ni vulgar; la intención ennoblece los actos los eleva, los idealiza y, en otros casos determina su vulgaridad.
Puestos a elegir, nunca seguirán el camino que les indique su propia inclinación, sino que se les marcaría el calculo de sus iguales. Ignoran que toda grandeza de espíritu exige la complicidad del corazón los ideales irradian siempre un gran calor; sus prejuicios, en cambio son fríos, por que son ajenos. Un pensamiento no fecundado por la pasión es como los soles de invierno; alumbran pero bajo sus rayos se puede morir helado.
Los hombres que vivieron en perpetuo florecimiento de virtud, revelan con su ejemplo que la vida puede ser intensa y conservarse digna; dirigirse a la cumbre, sin encharcarse en lodazales tortuosos; encresparse de pasión tempestuosamente, como el océano sin que la vulgaridad enturbie las aguas cristalinas de la ola, sin que el rutilar de sus fuentes sea opacado por el limo.
La mediocridad es el complejo velamen de las sociedades, las resistencias que estas oponen al viento para utilizar su pujanza

LA MEDIOCRIDAD INTELECTUAL
CAPITULO II

I. EL HOMBRE RUTINARIO:

Las ciencias, el heroísmo, las originalidades, los inventos, la virtud misma, parecerles instrumentos del mal, en cuanto desarticularlos resortes de sus errores: como en los salvajes en los niños y en las clases incultas. Los prejuicios son creencias anteriores ala observación; los juicios exactos o erróneos son consecutivos a ella, todos los individuos poseen hábitos mentales; los conocimientos adquiridos facilitan los venideros y marcan su rumbo .En cierta medida nadie puede substraerles. No son exclusivos de los hombres mediocres, pero en ellos representan siempre una pasiva obsecuencia al error ajeno.
La ignorancia es su verdugo, como lo fue la otrora del siervo y lo es aun del salvaje; ella los hace instrumentos de todos los fanatismos, dispuestos a las domesticidades incapaces de gestos dignos. Enviarían en comisión a un lobo y un cordero, sorprendiéndose sinceramente si el lobo volviera solo.Carecen de buen gusto y de aptitud para adquirirlo. Su incapacidad de meditar acaba por convencerles de que no hay problemas difíciles y cualquier reflexión paréceles un sarcasmo; prefieren confiar en su ignorancia para adivinarlo todo, basta que un prejuicio sea inverosímil para que lo acepten y lo difundan; cuando creen equivocarse podemos jurar que han cometido la imprudencia de pensar.la tolerancia de los ideales ajenos es virtud suprema en los que piensan. Es difícil para los semicultos; inaccesible. Exige un perpetuo esfuerzo de equilibrio ante el error de los demás; enseña a soportar esa consecuencia legitima de la falibilidad de todo juicio humano: El que se ha fatigado mucho para formar sus creencias, sabe respetar la de los demás.
los hombres rutinarios desconfían de su imaginación santiguándose cuando esta les atribula con heréticas tentaciones reniegan de la verdad y de la virtud si ellas demuestran el error de sus prejuicios muestran grave inquietud cuando alguien se atreve a perturbarlos. Astrónomos hubo que se negaron a mirar el cielo a través del telescopio, temiendo ver desbaratados sus errores más firmes

II. LOS ESTIGMAS DE LA MEDIOCRIDAD INTELECTUAL:

Si de esto dedujéramos que quien no piensa no existe, la conclusión le desternillaría de risa, las mediocracias exigen de sus actores cierta seriedad convencional, que da importancia en la fantasmagoría colectiva. Los exitistas lo saben; se adaptan a ser esas vacuas personalidades de respeto, certeramente acribilladas por Stirner y expuestas por Nietzsche a la burla de todas las posteridades. Platón y Aristóteles con grandes togas y como personajes graves y serios. Eran buenos sujetos, que jaraneaban, como los demás, en el seno de la amistad. Escribieron sus leyes y sus retratos de política para distraerse y divertirse; era la parte menos filosófica de su vida. Las más filosóficas era vivir sencilla y tranquilamente .El hombre mediocre que renunciara a su solemnidad, quedaría desorbitado; no podría vivir el hombre que acepta esa máscara hipócrita renuncia a vivir más de lo que permiten sus cómplices. Hay, es cierto, otra forma de modestia, estimable como virtud legitima: es el afán decoroso de no gravitar sobre los que nos rodean, sin declinar por ello la más leve partícula de nuestra dignidades temor de comprometerse les lleva a simpatizar con un precavió escepticismo. Bueno es desconfiar del Hipócrita que elogia todo y del fracasado que todo lo encuentra detestable; pero es cien veces menos estimable el hombre incapaz de un sí y de un no, el que vacila para admirar lo digno y execrar lo miserable. En el primer capitulo de los Caracteres perece referirse a ellos, Las Bruyere, en un párrafo copiado por ello: Pueden llegar a sentir la belleza de un manuscrito que les lee, pero osan declarar en su favor hasta que hayan visto su curso en el mundo y escuchando la opinión de los presuntos competentes; no arriesgan su voto, quieren ser llevados por la multitud. La Mediocridad intelectual hace al hombre solemne, modesto, indeciso y obtuso. Los mediocres, lo mismo que los imbéciles, serian acreedores a esa amable tolerancia mientras se mantuvieran a la capa ; cuando renuncian a imponer sus rutinas son sencillos ejemplares del rebaño humano, siempre dispuestos ofrecer su lana a los pastores. Desgraciadamente, suelen olvidar su inferior jerarquía y pretenden tocar la zampoña, con la irrisoria pretensión de sus desafinamientos. La envidia la precede; el Engaño y la Hipocresía la acompañan. Todas las pasiones viles y traidoras suman su esfuerzo implacable para el triunfo del mal. El Arrepentimiento mira de través hacia el opuesto extremo, donde está como siempre sola y desnuda, la verdad; contrastando con el salvaje añádesela de sus enemigas, ella levanta su índice al cielo en una tranquila apelación a la justicia divina. La ironía es la perfección del ingenio, una convergencia de intención y de sonrisa, aguda en la oportunidad y justa en la medida; es un cronómetro, no anda mucho, sino con precisión. Eso lo ignora el mediocre. El Escritor mediocre, tímido y prudente, resulta inofensivo. Solamente la envidia puede encelarle; entonces prefiere hacerse crítico. La eficiencia de la difamación arraiga en la complacencia tacita de quienes la escuchan, en la cobardía colectiva de cuantos puedes escucharla sin indignarse si ellos no le hicieran una atmósfera vital.

III. LA MALEDICENCIA

Los mediocres, lo mismo que los imbéciles, serian acreedores a esa amable tolerancia mientras se mantuvieran a la capa; cuando renuncian a imponer sus rutinas son sencillos ejemplares del rebaño humano, siempre dispuestos a ofrecer su lana a los pastores. Desgraciadamente, suelen olvidar su inferior jerarquía y pretenden tocar la zampoña, con la irrisoria pretensión de sus desafinamientos.
La envidia la precede; el engaño la hipocresía la acompaña. Todas las pasiones viles y traidoras suman su esfuerzo para el triunfo del mal. El arrepentimiento mira de través hacia el opuesto extremo, donde esta como siempre sola y desnuda, la verdad; contrastando con el salvaje ademán de sus enemigas, ella levanta su índice al cielo en un tranquila apelación a la justicia divina. la ironía es la perfección del ingenio, una convergencia de intención y de sonrisa aguda, en la oportunidad y justa en la medida; es un cronometro, no anda mucho, si no con precisión. Eso lo ignora el mediocre. La eficacia de la difamación arraiga en la complacencia tacita de quienes la escuchan, en la cobardía colectiva de cuantos pueden escucharla sin indignarse; moriría si ellos no le hicieran una atmósfera vital.

IV.EL SENDERO DE LA GLORIA

Es despreciable todo cortesano de la mediocracia en que vive; triunfa humillándose, reptando, a hurtadillas en la sombra disfrazado, apuntalándose en la complicidad de innumerables similares similares. El hombre de merito se adelanta a su tiempo, la pupila puesta en un ideal, se impone dominando, iluminando, fustigando en plena luz, a cara descubierta, sin humillarse, ajeno a todos los embozamientos del servilismo y de la intriga.
El que ha conocido el aplauso no sabe resignarse a la oscuridad; esa es la parte más cruel de toda la preeminencia fundada en el capricho ajeno o en aptitudes físicas transitorias. El pueblo oscila con la moda; el físico se gasta, compartiendo las ruinas y las debilidades de la mediocridad ambiente, fácil es convertirse en arquetipos de la masa y ser prohombres entre sus iguales, pero quien así culmina, muere con ellos.
La integridad moral y la excelencia de carácter son virtudes estériles en los ambientes rebajados, más asequibles a los apetitos del domestico que a las altiveces del digno: en ellos incuba el éxito falaz.

LOS VALORES MORALES
CAPITULO III

I .LA MORAL DEL TARTUFO:

Los hombres rebajados por la hipocresía viven sin ensueño, ocultando sus intensiones, enmascarando sus sentimientos, dando saltos como el eslizón; tienen la certidumbre intima aunque inconfesa, de que sus actos son indignos vergonzosos, nocivos, arrufianados, irredimibles.
El psicólogo reconoce al hipócrita; rasgos hay e distinguen al virtuoso del simulador, pues mientras este es un cómplice de los perjuicios que fermentan en su medio, aquel posee algún talento que le permite sobreponerse a ellos.
La juventud tiene entre sus preciosos atributos la incapacidad de dramatizar largo tiempo las pasiones malignas; el hombre que ha perdido la aptitud de borrar sus odios esta ya viejo, inseparablemente.
Quien es desleal con la verdad no tiene por que ser leal con la mentira.Los hombres rectos son objetos de su acendrado rencor, pues con rectitud humillan a los oblicuos; pero estos no confiesan su cobardía y sonríen servilmente a las miradas que los torturan, aunque sienten el vejamen: se contraen a estudiar los defectos de los hombre virtuosos para filtrar pérfidos venenos en el homenaje que a todas horas están obligados a tributarles.
La conducta de los tartufos no puede conservarse adamantina los expedientes equívocos se encadenan hasta ahogar los últimos escrúpulos.
El gentil hombre tiene siempre un enemigo en ellos, pues la reciprocidad de sentimientos solo es posible entre iguales; no puede entregarse nunca a su amistad, pues acecharan la ocasión para afrentarlo con alguna infamia vengando su propia inferioridad.

II. EL HOMBRE HONESTO:

Las mediocracias de todos los tiempos son enemigas del hombre virtuoso: prefieren al honesto y lo encumbran como ejemplo. Hay en ello implícito un error o mentira que conviene disipar. Honestidad no es virtud.
El honesto, en cambio es pasivo, circunstancia que le asigna un nivel moral superior al vicioso, aunque permanece por debajo de quien practica activamente alguna virtud y orienta su vida hacia algún ideal.
La virtud suele ser un gesto audaz, como todo lo original; la honestidad es un uniforme que se endosa resignadamente. El mediocre teme a la opinión publica con la misma obsecuencia con el que el zascandil teme al infierno; nunca tiene la osadía de ponerse en contra de ella, y menos cuando la apariencia del vicio es un peligro insito en toda virtud no comprendida.
Los espíritus acomodaticios llegan a aborrecer la firmeza y la lealtad a fuerza de medrar con el servilismo y la hipocresía.
La virtud quiere fe, entusiasmo, pasión, arrojo, de ello vive. Los quiere en la intención y en las obras. No hay virtud cuando los actos desmienten las palabras, ni cabe la nobleza donde la intención de arrastra. Por eso la mediocridad moral es más nociva en los hombres conspicuos y en las clases privilegiadas. Los privilegios de la cultura y del nacimiento imponen al que los disfruta una lealtad ejemplar para consigo mismo.

III.LOS TRAFUGAS DE LA HONESTIDAD:

Desde la hipocresía consentida hasta el crimen castigado, la transición es insensible; la noche se incuba en el crepúsculo. De la honestidad convencional se pasa ala infamia gradualmente por matices leves y concesiones sutiles.
Los delincuentes son individuos incapaces de adaptar su conducta a la moralidad media de la sociedad en que viven. Son inferiores tienen “el alma de la especie” pero no adquieren “el alma social” divergen de la mediocridad, pero en sentido opuesto a los hombres excelentes, cuyas variaciones originales determinan una desadaptaciòn evolutiva en el sentido de la perfección.
Estos sujetos de moralidad incompleta, larvada, accidental o alternante, representan las etapas de la transición entre la honestidad y el delito.
Un estigma irrevocable impídeles conformar sus sentimientos a los criterios morales de su sociedad.
En otros hay una inversión de los valores éticos, una perturbación del juicio que impide medir el bien y el mal con el cartabón aceptado por la sociedad: son invertidos, morales ineptos para estimar la honestidad y el vicio.
Todos son equivalentes en el desempeño de su parasitaria función antisocial de sus sentimientos más elementales.
Los hombres que están bajo el nivel de la de la mediocridad: la ineptitud constante para adaptarse a las condiciones que, en cada colectividad humana, limitan la lucha por la vida.

FUNCION SOCIAL DE LA VIRTUD

Solamente los virtuosos poseen talento moral y es obra suya cualquier ascenso hacia la perfección; el rebaño se limita a seguir sus huellas.
La opinión ajena podría evitarnos tropiezos y caídas; pero es cobardía, viviendo entre atartufados, rebajarse al común nivel por miedo a atraer sus iras .
No es el hombre moralmente mediocre el honesto quien determina las transformaciones de la moral.
El cerebro suele anticiparse al corazón pero nuestros sentimientos influyen más intensamente que nuestras ideas en la formación de los criterios morales.
Hay sin embargo un progreso moral colectivo. Mucos dogmatismos, que antes fueron virtudes, son juzgados más tarde como prejuicios.
Los grandes virtuosos, cada uno a su modo, combaten por lo mismo en la forma que su cultura y su temperamento les sugieren .Aunque por distintos caminos y partiendo de premisas racionales antagónicas.
La virtud arrastra y enseña; los honestos se resignan a imitar alguna parte de las excelencias que practican los virtuosos. El concepto concreto de las virtudes se va plasmando en las variaciones reales de la vida social los virtuosos ascienden por mil senderos hacia cumbres que se alejan , sin cesar , hacia el infinito.
Cada uno de los sentimientos útiles para la vida humana engendra una virtud, una norma de talentos morales.

LA PEQUEÑA VIRTUD Y EL TALENTO MORAL

La conformación de los catecismos ajenos resulta fácil para los hombres débiles, crédulos, timoratos, sin grandes deseos, sin pasiones vehementes, sin necesidad de independencia, sin irradiación de su personalidad; es inconcebible en cambio en las naturalezas idealistas y fuertes, capaces de pasiones vivas, bastantes intelectuales para no dejarse engañar por la mentira de los demás.
la bondad es el primer esfuerzo hacia la virtud; el hombre bueno, esquivo a las condescendencias permitidas por los hipócritas, lleva en si una partícula de santidad.
El mal no se corrige con la complacencia o la complicidad; es nocivo como los venenos y debe oponérsele antídotos eficaces: la reprobación y el desprecio.
se hacen muchas grandes acciones en las pequeñas luchas. hay muchas intrepideces obstinadas e ignoradas que se defienden palmo a palmo en la sombra contra la invasión fatal de las necesidades. noble y misterioso triunfo que ninguna mirada ve, que ninguna fama paga, que ninguna fanfarria saluda, la desgracia, la soledad, el abandono, la pobreza, son campos de batalla que tienen sus héroes; héroes oscuros algunas veces mas grandes que los ilustres.
la humanidad debiera sonrojarse ante estas preguntas. sin embargo, ellas son insinuadas por catequistas que adulan a los tontos, buscando el éxito ante su numero infinito.
son los genios que enseñan virtudes no practicadas hasta la hora de sus profecías o que practican las conocidas con intensidad extraordinaria.

IV EL GENIO MORAL: LA SANTIDAD

Toda santidad es excesiva, desbordante, obsesionada, obediente, incontrastable: es genio se es santo por temperamento no por calculo, por corazonadas firmes mas que por doctrinarismos racionales. así lo fueron casi todos. la inflexible rigidez del profeta o del apóstol, es simbólica; sin ella no tendríamos la iluminada firmeza del virtuoso ni la obediencia disciplinada del honesto.
El avance es proporcional a lo que se siente y no a lo que se piensa por eso el genio moral es incompleto mientras no actúa; la simple visión de ideales magníficos no implica la santidad, que esta en el ejemplo, mas bien que en la doctrina siempre que implique creación original. los titulados santos de ciertas religiones rara vez son creadores: son simples virtuosos o alucinados, a quienes el interés del culto y la política eclesiástica han atribuido una santidad nominal.
las virtudes del pasado no son las mismas del presente los santos del mañana no son los mismos de ayer. cada momento de la historia requiere cierta forma de santidad que seria estéril si no fuera oportuna.
Los ideales éticos no son exclusivos del sentimiento religioso; no lo es la virtud; ni la santidad. sobre cada sentimiento pueden ellos florecer. cada época tiene sus ideales y sus santos: héroes, apóstoles o sabios. la humanidad asciende sin reposo hacia remotas cumbres. los mas las ignoran; pocos elegidos pueden verlas y poner allí su ideal aspirando aproximárseles orientada por la exigua constelación de visionarios.

LOS CARACTERES MEDIOCRES
CAPITULO IV

HOMBRES Y SOMBRAS

Nunca llegan a individualizarse: ignoran el placer de exclamar “yo soy” frente a los demás. no existen solos. su amorfa estructura los obliga a borrarse en una raza, en un pueblo, en un partido, en una secta, en una banderia: siempre a embadurnarse de otros. Apuntalan todas las doctrinas y prejuicios consolidados a través de los siglos.
viven de los demás y para los demás: sombras de una grey, su existencia es el accesorio de focos que la proyectan. carecen de luz de arrojo, de fuego, de emoción.

“FIRMEZA Y LUZ COMO CRISTAL DE ROCA”

Han creado su vida y servido un ideal, preservando en la ruta, sintiéndose dueños de sus acciones, templándose por grandes esfuerzos: seguros en las creencias, leales a sus afectos fieles a su palabra. nunca se obstinan en el error ni traicionan jamás a la verdad. ignoran el impudor de la inconstancia y la insolencia de la ingratitud.
El hombre que piensa con su propia cabeza y la sombra que refleja los pensamientos ajenos, parecen pertenecer a mundos distintos.
La personalidad esta en perpetua evolución y el carácter individual es su delicado instrumento; hay que templarlo sin descanso en las fuentes de la cultura y del amor. lo que heredamos implica cierta fatalidad, que la educación corrige y orienta.
la unidad de las creencias permite a los hombres obrar de acuerdo con el propio pasado: es un habito de independencia y la condición del hombre libre, en el sentido relativo que el determinismo consiente.
las creencias del hombre son hondas arraigadas en basto saber; le sirven de timón seguro para marchar por una ruta que el conoce y no oculta a los demás, cuando cambia de rumbo es porque sus creencias de la sombra son surcos arados en el agua; cualquier ventisca las desvía; su opinión es tornadiza como veleta y sus cambios obedecen a solicitaciones groseras de conveniencias inmediatas. los hombres evolucionan según varias de sus creencias y pueden cambiarlas mientras siguen aprendiendo.

LA DOMESTICACIÓN DE LOS MEDIOCRES

Mientras los hombres resisten las tentaciones, las sombras resbalan por la pendiente; si alguna partícula de originalidad les estorba, la eliminan para confundirse mejor en los demás.
el buen lenguaje clásico llamaba domestico a todo hombre que servia y era justo. el habito de la servidumbre trae consigo sentimientos de domesticidad. en los cortezanos lo mismo que en los pueblos.
Los caracteres excelentes son indomesticables: tienen su norte puesto en su ideal su firmeza los sostiene, su luz los guía, las sombras en cambio las degeneran.
El carácter es una síntesis hay que insistir en ello es un exponente de toda la personalidad y no de algún elemento aislado. en los mismos filósofos, que desarrollan sus aptitudes de modo parcial, el carácter parecería depender exclusivamente de condiciones intelectuales.
El tiempo y el ejercicio adaptan a la vida servil. el habito de resignarse para medrar crea resortes cada vez mas sólidos automatismos que destiñen para siempre todo rasgo individual.
El trabajo creando el habito del esfuerzo, seria la mejor escuela del carácter; pero la sociedad enseña a odiarlo imponiendole precozmente, como una ignominia desagradable o un envilecimiento infame, bajo la esclavitud de yugos y de horarios, ejecutado por hambre o por avaricia hasta que el hombre huye de el como de un castigo: solo podrá amarlo cuando sea una gimnasia espontanea de sus gustos y de sus aptitudes.
Los remordimientos de la primera culpa ceden a la necesidad de ocultarla con otras ante las cuales ya no se amedrentan. su carácter se disocia y ellos se tuercen, andan a ciegas, tropiezan, buscan cómplices siniestros para avanzar por las tinieblas.
Los pobres de carácter no resisten; ceden a esa hipnotización. la perdida de su dignidad iniciase cuando abren el ojo a la prebenda que estremece su estomago o nubla su vanidad, inclinándose ante las manos que hoy le otorgan el favor y mañana le manejaran la rienda.
Cuando el hombre digno empieza a despertar recelos, el envilecimiento colectivo es grave.

LA VANIDAD

Cuando el afán de parecer arrastra a cualquier abajamiento, el culto de la sombra enciende la vanidad.
El orgullo es una arrogancia originaria por nobles motivos por nobles motivos y quiere aquilatar el merito; la soberbia es una desmedida presunción y busca alargar la sombra catecismos y diccionarios han colaborado a la mediocrizacion moral, subvirtiendo los términos que designan lo eximio y lo vulgar.
Ciertas preocupaciones, reinantes en la mediocracias exaltan a los domésticos. el brillo de la gloria sobre las frentes elegidas deslumbra a los ineptos, como el hartazgo del rico encela al miserable.
La exaltación del amor propio, peligrosa en los espíritus vulgares, es útil al hombre que sirve un ideal. este le cristaliza en dignidad; aquellos le degeneran en vanidad, el éxito envanece al tonto, nunca al excelente. el yo es el órgano propio de la originalidad: absoluta en el genio. lo que es absurdo en el hombre mediocre es un adorno en el hombre superior: simple exponente de fuerza.
no pueden confundirse. el vanidoso vive comparándose con los que viven a su alrededor, envidiando toda excelencia ajena y carcomiendo toda reputación que no puedan igualar; el orgulloso no se compara con los que juzga inferiores y pone su mirada en tipos ideales de perfección que están muy alto y encienden su entuiasmo.
el hombre que afirma un ideal y se perfecciona hacia el, desprecia, con esto, la atmósfera inferior que le asfixia; es un sentimiento natural. para los mediocres, seria mas grato que no les enrostrara esa humillante diferencia; pero olvidan que ellos son sus enemigos.

LA DIGNIDAD

Es síntesis de todas las virtudes que acercan al hombre y borran la sombra: donde ella falta no existe el sentimiento del honor y así como los pueblos sin dignidad son rebaños, los individuos sin ella son esclavos.
todas sus formas implican dignidad y virtud. con su ayuda los sabios acometen la exploración de lo ignoto, los moralistas minan las sórdidas fuentes del mal. los caracteres dignos permanecen solitarios, sin lucir en el anca ninguna marca de hierro. prefieren estar solos mientras mientras no puedan juntarse con sus iguales, cada flor englobada en un ramillete pierde su perfume propio obligada a vivir sin sus iguales, el digno se mantiene ajeno a todo lo que estima inferior.
vive con su obsesión de no depender de nadie sabe que sin independencia material el honor esta expuesto a mil mancillas y para adquirirla soportara los mas rudos trabajos cuyo fruto sera su libertad el porvenir.los orgullosos tienen el culto de su dignidad: quieren poseerla inmaculada, libre de remordimientos, sin flaquezas que la envilezcan o la rebajen a ella la sacrifican bienes honores, éxitos.
La dignidad afán de autonomía lleva a reducir la dependencia de otros a la medida de lo indispensable siempre enorme. amando los propios méritos mas que a la prosperidad indecorosa, prefiere el amor a la virtud, el deseo de la gloria, el culto por los ideales de perfección incesantes, en la admiración por los genios, los santos y los héroes.

LA ENVIDIA
CAPITULO V

LA PASIÓN DE LOS MEDIOCRES

El que la envidia se rebaja sin saberlo se confiesa subalterno; esta pasión es el estigma psicológico de una humillante inferioridad, sentida, reconocida no basta ser inferior para envidiar pues todo hombre lo es de alguien en algún sentido; es necesario sufrir del bien ajeno, de la dicha ajena, de cualquier culminación ajena.
Es pasión traidora y propiciadora a las hipocresías. es al odio como la ganzúa a la espalda; la emplean los que no pueden competir con los envidiados. en los ímpetus del odio puede palpitar el gesto de la garra que en un desesperado estremecimiento destroza y aniquila. la envidia alcanza a los hombres mas famosos por su carácter y por su virtud. el odio no es desarmado por la buena o la mala fortuna; la envidia si, un sol que ilumina perpendicularmente desde el mas alto punto en los cielos reduce a nada o a muy poco la sombra de los objetos que están debajo. la emulación es siempre noble el odio mismo puede serlo algunas veces. la envidia es una cobardía propia de los débiles, un odio impotente, una incapacidad manifiesta de competir o de odiar.
El que escucha ecos de voces proféticas al leer los escritos de los grandes pensadores; el que siente grabarse en su corazón, con caracteres profundos como cicatrices, su clamor visionario y divino; el que se extasía contemplando las supremas creaciones plásticas y se entrega a la vida que palpita en ellas.

LA PSICOLOGÍA DE LOS ENVIDIOSOS

El envidioso pertenece a una especie de moral raquítica, mezquina,digna de compasión o de desprecio. sin coraje para ser asesino se resigna a ser vil. rebaja a los otros desesperado de la propia elevación.
El envidioso activo posee una elocuencia intrépida, disimulando con niagaras de palabras su estupidez de ideas pretende sondar los abismos del espíritu ajeno sin haber podido nunca desenredar el propio. parece tener mil lenguas, como el clásico monstruo rabelasiano. la ineptitud para satisfacer un deseo o hartar un apetito determina esta pasión que hace sufrir del bien ajeno. La envidia femenina suele ser afiligranada y perversa, la mujer da un arañazo con una afilada y lustrosa, muerde con dientecillos orificados, estruja con dedos pálidos y finos. toda maledicencia le parece escasa para traducir su despecho; en ella debió pensar apeles cuando represento a la envidia guiando con la mano felina a la calumnia. La dicha de los fecundos martiriza a los eunucos vertiendo en su corazón gotas de hiel que los amargan por toda la existencia; este dolor es la gloria involuntaria de los otros, la sanción mas indestructible de su talento en la acción o el pensar.

LOS ROEDORES DE LA GLORIA

El que tiene méritos, sabe lo que le cuestan y los respeta, estima en los demás lo que desearía que se le estimara en si mismo, el mediocre ignora esta admiración abierta muchas veces se resigna a aceptar el triunfo que desborda las restricciones de su envidia. pero aceptar no es amar.
Saben que cada paso hacia la gloria ha costado trabajos, vigilias, meditaciones y comprenden que acaso han consumido su organismo. Todo escritor mediocre es candidato a citicastro la incapacidad de crear le empuja a destruir. Su falta de inspiración le induce a rumiar el talento ajeno, empañandolo con espaciosidades que denuncian su irreparable ultimidad. La obra es una ocasión para exhibir las ideas propias. el verdadero critico enriquece las obras que estudia y en todo lo que toca deja un rastro de su personalidad. Las mujeres feas demostraran que la belleza es repulsiva y las viejas sostendrán que la juventud es insensata; vengaran su desgracia en el amor diciendo que la castidad es suprema entre todas las virtudes, cuando ya en vano se harían viltroteras para favorecer la propia a los transeúntes.El silencio del autor mata al postulante; su indiferencia lo asfixia. algunas veces supone que le han tomado en cuenta y que se advierte su presencia: sueña que le han nombrado, aludido, refutado, injuriado.
Los hombres superiores pueden inmortalizar con una palabra a sus lacayos o a sus sicarios. hay que evitar esa palabra; de algunos criticasgos solo tenemos noticias porque algún genio los honro con su puntapié.

UNA ESCENA DANTESCA: SU CASTIGO

El castigo de los envidiosos estaría en cubrirlos de favores para hacerles sentir que su envidia es recibida como un homenaje y no como un estiletazo. la enfermedad es una enfermadas y nada hay mas respetable que el derecho de lamentarse cuando se padecen congestiones de la vanidad. Dante considero a los envidiosos indignos del infierno en la sabia distribución de penas y castigos los distribuyo por el purgatorio lo que se aviene a su condición de mediocre. El sol les niega su luz; tienen los ojos cosidos con alambres porque nunca pudieron ver el bien del prójimo. Los únicos gananciosos son los envidiados. Es grato sentirse adorar de rodillas. La mayor satisfacción del hombre es despertar la envidia estimulándola con sus propios méritos.

LA VEJES NIVELADORA
CAPITULO VI

LAS CANAS

Las canas son un mensaje de la naturaleza que nos advierte la proximidad del crepúsculo, las canas visibles corresponden a otras mas graves que no vemos el cerebro y el corazón, todo el espíritu y toda la ternura encanecen al mismo tiempo que la cabellera. la máxima desdicha de un hombre superior es sobrevivirse a si mismo nivelándose con los demás cuantos se suicidarían si pudieran advertir ese pasaje terrible del hombre que piensa al hombre que vegeta del que empuja al que es arrastrado del que ara surcos nuevos al que se esclaviza en las huellas de la rutina, vejez y mediocridad suelen ser desdichas paralelas.

ETAPAS DE LA DECADENCIA

Las funciones del organismo empiezan a decaer a cierta edad esas declinaciones corresponden a inevitables procesos de regresión orgánica. las funciones mentales lo mismo que las otras decaen cuando comienzan a enmohecerse los engranajes celulares de nuestros centros nerviosos. La longevidad mental es un accidente no una regla. El anciano se interioriza, es decir vuelve poco a poco a su primitiva mentalidad infantil, conservando las adquisiciones mas antiguas de su personalidad que son por ende las mejor consolidadas es notorio que la infancia y la senectud se tocan todos los idiomas consagran esta observación en refranes harto conocidos.
La mejor prueba de esto es que los ignorantes suelen dictar contra la ciencia la encontramos en los hombres de mas elevada mentalidad y cultura es frecuente en ellos al entrar en esta etapa un cambio radical de opiniones acerca de los mas altos problemas filosóficos.

LA BANCARROTA DE LOS INGENIOS

En el hombre superior en el talento o en el genio se notan claramente estos estragos como no llamaría nuestra atención un antiguo millonario que paseara ante nosotros sus postreros andrajos, el hombre superior deja de serlo se nivela sus ideas organizadas en otrora tienden a ser comunes o inferiores. Para tan solo citar a muertos del ayer hace visto a lombrosso caer en sus últimos años en ingenuidades infantiles explicables por su debilitamiento mental a punto de llorar conversando con el alma de su madre en un trípode espiritista. james que en su juventud fue portavoz de la psicología evolucionista y biológica acabo por enmarañarse en especulaciones morales que el solo comprendió.

LA PSICOLOGIA DE LA VEJEZ

El viejo tiende a la inercia busca el menor esfuerzo así como la pereza es una vejez anticipada, la vejez es una pereza que llega fatalmente en cierta hora de la vida su característica es una atrofia de los elementos nobles del organismo, con desarrollo de los inferiores; una parte de los capilares se obstruye y amengua el flujo sanguíneo a los tejidos el peso y el volumen del sistema nervioso central se reducen como el de todos los tejidos propiamente vitales la musculatura flácida impide mantener el cuerpo erecto los movimientos pierden su agilidad y su precisión.la insensibilidad física se acompaña de analgesia moral en vez de participar en el dolor ajeno el viejo acaba por no sentir ni participar del dolor ajeno ni el propio.
Todo viejo cree que los jóvenes lo desprecian y desean su muerte para suplantarle traduce tal manía por hostilidad a la juventud, considerándola muy inferior a la de su juventud juicio que extiende a las nuevas cuando ve que ya no puede adaptarse a ella. los fantasmas de las primeras impresiones juveniles siguen rodando en la mente cuando ya han desaparecido los recuerdos mas cercanos los del día anterior la nueva plasticidad hace que los nuevos procesos psíquicos no dejen rastro o muy débiles mientras los antiguos se han plasmado muy hondamente en su cerebro.

LA VIRTUD DE LA IMPOTENCIA

Los viejos olvidan que fueron jóvenes y estos parecen ignorar que seran viejos, el camino a recorrer es siempre el mismo de la originalidad a la mediocridad y de esta a la inferioridad mental. la ley es dura pero es nacer y morir son los terminos inviolables de la vida ella nos dice con voz firme que lo anormal no es nacer ni morir en la plenitud de nuestras funciones, nacemos para crecer y envejecemos para morir. todo lo que nos trae y nos ofrece la naturaleza para el crecimiento no lo substrae a la hora de la muerte.
Admiremos a los viejos por las superioridades que hayan poseído en la juventud no incurramos en la simpleza de esperar una vejez santa. los hombres de carácter elevado no hacen a la vida la injuria de malgastar su juventud ni confían a la incertidumbre de las canas la iniciación de grandes empresas que solo pueden concebir las mentes frescas y realizar los brazos viriles. si se arrepiente no es por santidad sino por impotencia.

LA MEDIOCRACIA
CAPITULO VII

EL CLIMA DE LA MEDIOCRIDAD

La historia no conoce un solo caso en que los altos ideales trabajen con ritmo continuo la evolución de una raza hay horas de paligenesia y hay apatía con vigilias y sueños días y noches primaveras y otoños en cuyo alternarse infinito se divide la continuidad y el tiempo. Las cosas del espíritu son despreciadas no siéndole propicio el clima, sus cultores son contados, no llegan a inquietar a las mediocracias están proscritos dentro del país que mata a fuego lento sus ideales sin necesidad de desterrarlos cada hombre queda preso entre mil sombras que lo rodean y lo paralizan. la mediocridad se condensa conviértase en sistema incontrastable.
La aspiración de lo mejor no es privilegio de todas las generaciones tras una que ha realizado un gran esfuerzo arrastrada o conmovida por un genio. las ciencias conviértanse en mecanismos oficiales en academias en donde jamás brota el genio y al talento mismo le impide que brille, su presencia humillaría con la fuerza del contraste. las mediocracias apuntalase en los apetitos de los que ansían vivir de ellas y en el medio de los que temen perder la pitanza.

LA PATRIA

La patria esta implícita en la solidaridad sentimental de una raza y no en la confabulación politiquista que medran a su sombra. Cuando no hay patria no hay sentimiento colectivo de nacionalidad inconfundible con la mentira patriótica explotada en todos los países por los mercaderes y los militaristas solo es posible en la medida que marca el ritmo unísono de los corazones para un noble perfeccionamiento y nunca para una innoble agresividad que hiera el mismo sentimiento de otras nacionalidades. mientras un país no sea patria sus habitantes no constituyen una nación, el celo de la nacionalidad solo existe en los que se sienten acomunados para perseguir el mismo ideal. cuando las miserias morales asolan a un país la culpa es de todos por la falta de cultura y de ideal no han sabido amarlo como patria de todos los que vivieron en ella sin trabajar por ella.

LA POLITICA DE LOS PIARAS

La política se degrada conviértase en profesión en los pueblos sin ideales, los espíritus subalternos medran con torpes intrigas de antecámara en la bajamar sube por lo rahez y se acorchan los traficantes. Las jornadas electorales se convierten en burdos enjuagues de mercenarios o en pugilatos de aventureros su justificación esta a cargo de electores inocentes que van a la parodia como a una fiesta. El funcionario crece en las modernas burocracias otrora cuando fue necesario delegar parte de sus funciones los monarcas elegían a hombres de méritos, experiencia y fidelidad. pertenecían casi todos a la casta feudal los grandes cargos las vinculaban a la causa del señor junto a esa formábanse pequeñas burocracias locales. Con el sistema parlamentario se esclavizo por partida doble del ejecutivo y del legislativo. No solo se adula a reyes y poderosos también se adula al pueblo. la mediocracias fomentan ese vicio de siervos todo el que piensa con cabeza propia o tiene corazón altivo se aparta del tremendal donde prosperan los envilecidos.

LOS ARQUETIPOS DE LA MEDIOCRACIA

El genio crea las instituciones el bárbaro las viola los mediocres las respetan impotentes para forjar o destruir esquivos a la gloria y rebeldes a la infamia se les reconoce por una circunstancia inequivoca sus cubicularios no osan llamarlos genios por el temor al ridículo y sus adversarios no podrían sentarlos en cancana de imbéciles flagrante injusticia son perfectos en su clima. Las mediocracias niegan a sus arquetipos el derecho de elegir su oportunidad.

LA ARISTOCRACIA DEL MERITO

Un pensador eminente gloso esta verdad la mediocracia no tolera las excepciones ilustres si el genio es un soliloquio magnifico una voz de la naturaleza en que habla toda una nación o una raza no es un privilegio excesivo se pregunta que uno ahueque la voz en nombre de todos la democracia reniega de tales soberanos que se encumbran sin plebiscitos y no aducen derechos divinos. unos y otros tienen su razón de vivir ni prospera el uno en el clima de otro el genio es tan indispensable en su oportunidad como el mediocre en la suya. Prácticamente la democracia ha sido una ficción hasta ahora, es una mentira de algunos que pretenden representar a todos aunque en ella creyeran en su momento ciertos personajes. Toda aristocracia pudo ser selectiva en su origen, suele serlo es respetable el que inicia con sus méritos una alcurnia un abolengo. es evidente la desigualdad humana en cada tiempo en cada lugar hay siempre hombres y sombras y los hombres siempre guían a las sombras, La mediocridad calla impotente su hostilidad tornase feble aunque innumerable si tuviera voz rebajaría el merito mismo otorgándolo a razón de tierra de lo útil a todos no saben decidir los mas, nunca fue fue el rutinario juez del idealista ni el ignorante del sabio ni el deshonesto del virtuoso ni el servil del digno toda excelencia encuentra su juez en si misma el merito de cada uno se aquilata en la opinión de sus iguales.
Los hombres se esforzarían por ser cada vez mas desiguales entre si, prefiriendo cualquier originalidad creadora a la mas tradicional de las rutinas.
seria posible la selección natural y los méritos de cada uno aprovecharían a la sociedad entera. el agradecimiento de los menos útiles estimularían a los favorecidos por la naturaleza.

FORJADORES DE IDEALES
CAPITULO VIII

EL CLIMA DEL GENIO

La genialidad es una coincidencia surge como chispa luminosa en el punto donde se encuentra la mas excelentes aptitudes de un hombre y la necesidad social de aplicarlas al desempeño de una misión trascendental el hombre extraordinario solo asciende a la genialidad si encuentra el clima propicio la semilla majos necesita de la tierra mas fecunda la función reclama el órgano, el genio hace actual lo que en su clima es potencial. la obra del genio no es fruto exclusivo de su inspiración ni puede mirarse como un feliz accidente que tuerce el destino de la historia, convergen en ello infinidad de circunstancias y factores externos.
En vida muchos hombres de genio son ignorados proscritos desestimados o encarnecidos en la lucha por el éxito pueden triunfar los mediocres pues se adaptan mejor a las modas ideológicamente reinantes.

SARMIENTO

Sus pensamientos fueron tajos de luz en la penumbra de la barbarie americana entreabriendo la visión de cosas futuras pensaba en tan alto estilo que parecía tener como Sócrates algún demonio familiar que alucinara su inspiración. la palabra de sarmiento parece bajar de un sinal proscrito en Chile el hombre extraordinario encuadra por entonces su espíritu en el doble marco de la cordillera muda y del mar clamoroso. el genio se encumbra así para hablar, interprete de la historia sus palabras no admiten rectificación y escapan a la critica.
“Los hombres y los pueblos viven acordándose cuando están en decadencia de donde vienen los hombres y los pueblos geniales solo piensan a donde van”.

AMEGHINO

La vasta obra de Ameghino en nuestro continente y en nuestra época tiene los caracteres de un fenómeno natural porque un hombre en lujan da por juntar huesos de fósiles y los baraja entre sus dedos como un naipe compuesto con millares de siglos y acaba por pedir a esos mudos testigos la historia de la tierra de la vida del hombre como si obrara por predestinación o fatalidad. Los hombres excepcionales tienen un valor moral y son algo mas que objetos de curiosidad merecen la admiración que les profesan. Habría ligereza de método y de doctrina en no distinguir entre las mentes superiores, a punto de catalogar como genios a muchos hombres de talento y aun a ciertos ingenios desequilibrados que son su caricatura ensayo Nordau una discreta diferenciación de tipos. la obra de Ameghino es creadora diferencia una gran variedad paleontologica. Seria absurdo decir que la genialidad es infalible no existiendo verdades imperfectibles cien rectificaciones podrán hacerse en la obra de Ameghino y muy especialmente en su hipótesis sobre el sitio de el origen de la especie humana.

LA MORAL DEL GENIO

La moralidad para consigo mismo es la negación del genio por ella se descubren los desequilibrados los elitistas y los simuladores el genio ignora las artes del escalamiento y la industria de la prosperidad material en la ciencia busca la verdad tal como la concibe ese afán le basta para vivir. el que predica la verdad y transige con la mentira el que predica la justicia y no es justo el que predica la piedad y es cruel eso no es un genio esta fuera de la santidad su voz se apaga sin eco no repercutirá en el tiempo como si resonara en el vacío. la fe es llama que enciende y el fanatismo es un renunciamiento. la fe es una afirmación individual de alguna verdad propia y el fanatismo es una conjura de huestes para ahogar la verdad de los demás.
Todo homenaje a los hombres de genio que impidiera su vida por la libertad y por la ciencia, es un acto de fe en su porvenir solo en ellos pueden tomarse ejemplos morales que contribuyan al perfeccionamiento de la humanidad. todo hombre de genio es la personificación suprema de un ideal contra la mediocridad que asedia a los espíritus originales.
Los santos de la moral idealista no hacen milagros. realizan magnas obras conciben supremas bellezas investigan profundan verdades. mientras existan corazones que alienten un afán de perfección serán conmovidos por todo lo que revela fe en un ideal por canto de los poetas por el gesto de los héroes por la virtud de los santos, por la doctrina de los sabios, por la filosofía de los pensadores.

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